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Vi el amor en un bus urbano

  • Foto del escritor: Primera Plana
    Primera Plana
  • 22 feb 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 23 feb 2020


Calzada Roosevelt. Fotografía por Nibsan Mejía/Primera Plana




Por Nibsan Mejía


Como todos los días, utilizo el transporte público para movilizarme dentro de la ciudad, el viernes 14 de febrero no fue la excepción. Por todos lados veía hombres y mujeres llevando y trayendo todo tipo de regalos, algunos pequeños y otros grandes, unos dentro de empaques llamativos y otros en simples bolsas, aunque de igual forma la intención era la misma, compartir algún detalle con personas especiales.


Sobre la calzada Roosevelt abordé un bus que iba para la terminal, no venían muchas personas, pero lugares disponibles tampoco habían y preferí quedarme cerca de la entrada, por aquello que se llenara y no pudiese bajar.


Para mi asombro, el chofer llevaba a su hijo sentado en la parte delantera, su respaldo era el vidrio y algunas veces recibía las monedas de las personas que subían, si llegaba su mano las recibía y sino solo se dedicaba a sonreírles.


Atrajo mi atención tal escena que empecé a platicar con el chofer, le pregunté que con cuanta frecuencia su hijo le acompañaba a lo que me respondió que era muy raro que lo hiciera. En algunas ocasiones era solo por unas horas y luego lo entregaba nuevamente, aunque otras veces sí pasaba el día completo. Me dijo muy sonriente que disfrutaba de ese día tan especial porque su hijo estaba con él.


Con un suspiro y su cabeza afirmó: “seño, si supiera, mi jornada es larga y pesada y aprecio mucho el tiempo que pasó con mi hijo, aunque sea de esta forma.”


Mientras él cobraba y esperábamos en las largas colas del tránsito lento me dijo que su hijo tiene 8 años y que desde muy pequeño quiso llevarlo con él al trabajo. Su esposa trabaja en una maquila y precisamente ese día le tocó turno doble, por lo que tuvo la dicha de cuidar al pequeño Enrique. “Estudia en una de las escuelas cerca de la casa, es muy inteligente, está en segundo primaria y miro que le echa muchas ganas” me contó mientras conducía.


Dentro de los temas que salieron a conversación me dijo que teme por su vida por la delincuencia que hay en Guatemala, él paga la extorsión para evitar problemas, pero aun así teme que un día quieran llevárselo “para el otro lado”. En una de las ocasiones unos pandilleros pasaron disparándole al bus como una advertencia y recordatorio del pago del llamado “aguinaldo”.

La ventana del bus presenta el orificio donde ingresó la bala. Fotografía por Nibsan Mejía/Primera Plana


Desde ese día vive con un latente presentimiento, sabiendo que puede ya no ver a su esposa y a su hijo.


Antes de bajarme, le agradecí por la plática tan amena y por llevarme hasta mi destino. Me bajé mientras veía que el pequeño Enrique se había quedado dormido. Ese día quedó grabado en la memoria del chofer, el mundo celebraba al amor y él lo pasó con su hijo, no sabe cuánto tiempo queda, pero ese preciso momento lo disfrutó.


¿Hace cuánto no pasas un momento agradable con los que amas? ¡Aún estás a tiempo!



 
 
 

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