top of page
Buscar

Jesús a través de Ana Catalina Emmerick

  • Foto del escritor: Primera Plana
    Primera Plana
  • 11 abr 2020
  • 2 Min. de lectura

Por: Darlyn Tocay


A comienzos del siglo XIX, una humilde monja alemana tuvo visiones en las que le fue mostrada la pasión de Jesús y la vida de la Virgen María, así como acontecimientos situados en el futuro referentes a la Iglesia y la Humanidad.


La veracidad de algunas de esas visiones ha podido ser contrastada con descubrimientos arqueológicos; el resultado es sorprendente. El 3 de octubre de 2004, el papa Juan Pablo II beatificaba solemnemente a Ana Catalina Emmerick, ciento ochenta años después de su muerte.


Como inicio todo:

Un mediodía de 1798, la joven Ana Catalina oraba frente a un crucifijo, en la iglesia de los jesuitas de Koesfeld. Fervorosamente musitaba las palabras en voz baja, con exquisita prudencia, como si temiese molestar con su sola presencia. Apenas se atrevía a levantar la cabeza para mirar al Cristo crucificado. 


Ana Catalina Emmerick, monja canonesa que murió a los 49 años de edad.


Sin embargo, ese día todo fue distinto: en una insospechada sucesión de acontecimientos, la imagen de Nuestro Señor, aquella que observaba desde el recato de su timidez, se le acercó, ofreciéndole en una de sus manos una guirnalda de flores, y en la otra una corona de espinas. Invitada a elegir, Catalina tomó esta última, que el Señor le ayudó a ponerse en la cabeza. Ana Catalina portó la mística corona, que le causaría agudísimos dolores, desde ese día hasta el de su muerte. Por tal motivo, es que en cada una de las fotografias o pinturas donde se le puede apreciar, siempre porta una venda en su cabeza, porque sangraba constantemente.


Pero las espinas no serían las únicas señales con las que Cristo la distinguió. Diez años después comenzaron a manifestársele los estigmas, primero en los pies y más tarde en las manos. También le surgieron las heridas de la lanzada en el costado derecho y dos cruces en el pecho, una en forma de cruz latina y la otra como Y griega.


Los estigmas, convertidos en piedra de escándalo, condujeron al vicario general de la diócesis a someter a Ana Catalina a un minucioso análisis que duró casi tres meses, incluyendo una supervisión continua –de diez días- por parte de veinte vecinos dirigidos por un médico, que acompañaron durante las veinticuatro horas del día a la monja. La conclusión, que contrariaba las esperanzas de los detractores de los milagros, fue que “las heridas sangran sin intervención humana, y la estigmatizada vive en ayuno casi completo”.


Además de tener estigmas de Jesucristo, también tuvo visiones sobre la vida de la Virgen María.


Los estigmas de Ana Catalina en pies y manos se cerraron a partir de 1818, porque el dolor se le hacía insoportable y así le pidió ella a Jesucristo. Sin embargo, cada Viernes Santo, se reabrían de nuevo, mientras revivía la pasión.  

 
 
 

Comments


Social Animal

A BLOG BY DAN STEIN 

Social wiz in the media biz 

WEEKLY NEWSLETTER 

Thanks for submitting!

© 2023 BY SOCIAL ANIMAL. PROUDLY CREATED WITH WIX.COM

bottom of page